lunes, 17 de enero de 2011

EL ZEN DEL TIRO CON ARCO



con los monjes del Japón y allí fue entrenado en las diversas disciplinas marciales que sirven de suplemento para las rutinas y prácticas integrales que se viven a diario en una comunidad de religiosos. Entre otras artes que estudió y practicó, se encuentra la sugestiva, épica y poética destreza de la arquería. A lo largo de estas páginas el forastero narra la aventura de su entrenamiento hasta alcanzar la condición de arquero avezado. Desde los enérgicos primeros estadíos de la preparación, en que las ideas previas en la mente lo bloquean para el arte, a causa de la educación desaliñada propia de la vida de Occidente, al descubrimiento del silencio interior (el blanco), la crónica nos regocija con una entretenida narración. Soltar el pensamiento junto con la cuerda del arco y la flecha, llegan a constituirse una experiencia instantánea que lo guía por sí misma a las puertas de la maestría. El sentido de humor y la sensibilidad modesta del autor nos hace ingresar a la emoción del entrenamiento con el maestro, y felicitarnos de que hubiera sorprendido la acción espontánea en su mente y en el mundo, al dejarse llevar por el movimientom sapiencial de los simples hechos. Y que así hubiera dado por fin en el blanco. La arquería pasa a ser una maravillosa arte meditativa y de eso, precisamenbte, se trata en esencia esta obrita deliciosa.

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